¿Cuándo comenzaste esta actividad y por qué?

Hace más de 20 años con personas con insuficiencia renal crónica. Comencé a cantar como una manera de acercarme, de generar vínculos en el mismo lugar donde ellos estaban haciendo su tratamiento y se generó una comunicación y confianza muy efectivas. Siempre canté y lo hago con los pacientes porque considero que uno lleva al consultorio no solo la formación sistematizada de una universidad sino también los conocimientos que uno aprendió en la vida siempre encuadrado en un trabajo profesional y científico.

¿Y cuáles fueron los beneficios que notaste?

En mi experiencia, percibí que la primera sorpresa de los pacientes, fue que alguien llegue para cantarles. Y luego advertí algunos ejemplos sanadores como el alivio de dolores concretos; cambios físicos y emocionales, disminución del nivel de las hormonas causantes del estrés y la transformación del sufrimiento de lucha, en aceptación. Los pacientes aprenden a estar “aquí y ahora” porque los que están muy enfermos, por lo general están en el pasado. Eso le impide contactar con su gente y con sus propias emociones. Están luchando todo el tiempo contra lo que siente y piensa.

¿De que manera ingresás al circuito hospitalario y cómo es tomada tu actividad?

Empecé a hacer proyectos más formales. Pero todo depende, los médicos se resisten a estas cuestiones. Les parece que en un contexto de sufrimiento, donde hay pérdidas, pacientes con fantasías continuas de muerte; cuerpo lacerados, le parece irrespetuoso, inapropiado, hasta imposible las situaciones de disfrute como el hecho de cantar, de bienestar de aspectos saludables de estas personas. Pero bueno, si empleamos el concepto de calidad de vida, es imprescindible ir más allá de los controles de los síntomas clínicos. Se requiere apertura mental para reconocer y capitalizar estos aspectos sanos.

¿Cuál es el objetivo de los mantras?

Los mantras sirven para defusionar, para que el paciente pueda separar; que tiene dolor pero que él no es el dolor; que él no es sufrimiento. Para lograr esto, uso mantras con contenido y mensajes que se repiten. De acuerdo al paciente, los mantras son específicos. Es un proceso que lleva a la flexibilidad psicológica; no es lo único que se hace en terapia. Es un recurso más.

¿En qué lugares desarrollas tu terapia?

Hace un tiempo en la Clínica Sarmiento, Hospital de San Miguel, Clínica Bessone, Diálisis Paunero. Hospital de Ezeiza, Cañuelas y también en mi propio consultorio. Actualmente, lo hago en el Hospice Madre Teresa, entidad de bien público de Luján donde van a tratarse enfermos de cáncer y muchos mueren ahí. Con ellos cantamos mantras para defusionar y hacer afirmaciones.

¿Tu canto le llega a pacientes que están en cama, entubados?

Si, en la sala donde están internados, en terapia intensiva en forma individual, cantándole al oído del paciente. Si están en diálisis, es en forma grupal, también en mi consultorio con personas que vienen a tratarse.