Y en tu pañuelo blanco muere el día
FALLECIÓ ANTONIA, ABUELA DE PLAZA DE MAYO Y MADRE DE VÍCTOR HEREDIA

Y en tu pañuelo blanco muere el día

A los 90 años falleció Antonia Heredia, mamá de María Cristina Cornou y de Víctor Heredia. Su muerte fue a inicios del mes sin haberse reencontrado con su nieto o nieta. Su hija estaba embarazada al ser secuestrada y desaparecida en Paso del Rey, en plena dictadura.

Y en tu pañuelo blanco muere el día

Por Alicia Vicchio // Lunes 30 de marzo de 2015 | 10:03

El 17 de junio de 1976, un comando del Ejército llegó a Paso del Rey, entró en la casa donde vivía María Cristina y la secuestró junto a su compañero de vida, el escritor Nicolás Grandi

 

FALLECIÓ ANTONIA, ABUELA DE PLAZA DE MAYO Y MADRE DE VÍCTOR HEREDIA
Y en tu pañuelo blanco muere el día
Por Alicia Vicchio
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A los 90 años falleció Antonia Heredia, mamá de María Cristina Cornou y del cantautor Víctor Heredia. Su muerte fue a principios de marzo sin haberse reencontrado con su nieto o nieta. Su hija Cristina (Mara) estaba embarazada de cuatro meses al ser secuestrada y desaparecida en Paso del Rey, en plena dictadura cívico-militar.
El 17 de junio de 1976, un comando del Ejército llegó a Paso del Rey, entró en la casa donde vivía María Cristina y la secuestró junto a su compañero de vida, el escritor Nicolás Grandi, ante la mirada de Yamila Grandi, una niña de dos años, hija del matrimonio.
María Cristina era maestra en la escuela nº 19 de Moreno. Alumnos, padres, maestros la querían por su ternura y compromiso. Siempre ocupada por la cuestión del gremio docente, pero teniendo a los pibes como objeto final de sus preocupaciones.
La hija de Cristina vio todo. Después contaba: "A papá y mamá le pusieron un líquido de la estufa". Era kerosene. Uno de los milicos se llevó a la nena, golpeó a los gritos la ventana de la casa vecina (los Padín), cuando la abrieron, la tiraron envuelta en una frazada. Y se fueron.
Los vecinos avisaron a la familia que fue hasta la comisaría más cercana. Pasaron los días, los meses, los años, y nunca pudieron saber dónde estuvieron, ni ella ni su marido.
Una de las posibilidades era que a él lo hayan matado enseguida, y que a Cristina la dejaran viva hasta que naciera el bebé y después sí, la asesinaran.
Y un perfume en el aire como de mandarinas
El cantautor declaró en la megacausa de 31 detenidos desaparecidos, que incluye la desaparición de Cristina y Nicolás, cuyos letrados son los doctores morenenses Ernesto Lombardi (exintendente), su hijo Juan Lombardi, y el periodista y abogado Pablo Llonto, que fuera presentada en el 2013 ante el juzgado federal nº 3, a cargo del Dr. Daniel Rafecas, cuando fueron acompañados por el intendente Mariano West, y el director de Derechos Humanos comunal, Miguel Fernández, quien con su equipo investigó durante años hasta dar con un testigo clave.
Contó el artista que durante su larga búsqueda fue recibido en una ocasión por el represor Reynaldo Bignone, a cargo del gobierno de facto, que le dijo: "Quedate tranquilo, pibe. Como (Carlos) Gardel en el avión", dándole a entender que no siguiera buscando ni a su hermana ni al esposo de ella ni al bebé.
Antonia
Crió y educó a Yamila, con ella en brazos iba a dar vueltas alrededor de la Pirámide de Mayo, en la histórica plaza, luego dejó esa tarea para su esposo y su hijo músico, porque no podía exponer así a su nieta. La lucha por encontrar a ese ser nacido durante el cautiverio de su hija, ese segundo nieto o nieta, fue motivo y fuerza de vida para la Abuela Antonia.
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Recuadro
Princesa
Víctor Heredia escribió el poema “Princesa” para despedir a su madre
Estos últimos días recordé, recordamos.
Y siempre estaba allí tu mano, aferrando la mía.
Hasta ayer que la vida decidió que era tiempo
de soltarnos, princesa.
Que este niño asustado en medio de la calle,
huérfano de tu leche, de humildes cascarillas,
de radio y pan casero reclame tu sonrisa.
Ahora sí que están lejos todas mis lejanías,
ahora sí que se hizo de noche en pleno día.
Ahora sí que el pasado es una piedra enorme
que inunda mis pulmones y respira su infame
canción de muerto en vida.
Calesitas de lata, aviones de madera,
soldaditos de plomo, cochecitos a cuerda
que se ponen en marcha detrás de un barrilete
que esparce tu ceniza sobre un cielo
que dice que nunca te pudimos
devolver a Cristina.
Pero algo nace ahora, de pronto, madrecita,
porque antes si añoraba, si te necesitaba
te sabía en tu sitio, tu jardín, nuestra casa,
el cielo, donde siempre tejías esperanzas.
Hoy sentí que tus alas cobijarán mi mundo,
que decidiste hacerte picaflor, mariposa,
esa brisa que mece, asintiendo, al aromo,
los álamos, los árboles que amabas,
que con sus manos verdes nos regaló Marisa.
Que vas a protegernos a todos, princesita.
Ojalá me lo crea porque nunca, te juro,
me había sentido así, tan inerme, tan solo.
Epígrafe foto:
Antonia Heredia.

El 17 de junio de 1976, un comando del Ejército llegó a Paso del Rey, entró en la casa donde vivía María Cristina y la secuestró junto a su compañero de vida, el escritor Nicolás Grandi, ante la mirada de Yamila Grandi, una niña de dos años, hija del matrimonio.

María Cristina era maestra en la escuela nº 19 de Moreno. Alumnos, padres, maestros la querían por su ternura y compromiso. Siempre ocupada por la cuestión del gremio docente, pero teniendo a los pibes como objeto final de sus preocupaciones.

La hija de Cristina vio todo. Después contaba: "A papá y mamá le pusieron un líquido de la estufa". Era kerosene. Uno de los milicos se llevó a la nena, golpeó a los gritos la ventana de la casa vecina (los Padín), cuando la abrieron, la tiraron envuelta en una frazada. Y se fueron.

Los vecinos avisaron a la familia que fue hasta la comisaría más cercana. Pasaron los días, los meses, los años, y nunca pudieron saber dónde estuvieron, ni ella ni su marido.

Una de las posibilidades era que a él lo hayan matado enseguida, y que a Cristina la dejaran viva hasta que naciera el bebé y después sí, la asesinaran.

 

Y un perfume en el aire como de mandarinas

El cantautor declaró en la megacausa de 31 detenidos desaparecidos, que incluye la desaparición de Cristina y Nicolás, cuyos letrados son los doctores morenenses Ernesto Lombardi (exintendente), su hijo Juan Lombardi, y el periodista y abogado Pablo Llonto, que fuera presentada en el 2013 ante el juzgado federal nº 3, a cargo del Dr. Daniel Rafecas, cuando fueron acompañados por el intendente Mariano West, y el director de Derechos Humanos comunal, Miguel Fernández, quien con su equipo investigó durante años hasta dar con un testigo clave.

Contó el artista que durante su larga búsqueda fue recibido en una ocasión por el represor Reynaldo Bignone, a cargo del gobierno de facto, que le dijo: "Quedate tranquilo, pibe. Como (Carlos) Gardel en el avión", dándole a entender que no siguiera buscando ni a su hermana ni al esposo de ella ni al bebé.

 

Antonia

Crió y educó a Yamila, con ella en brazos iba a dar vueltas alrededor de la Pirámide de Mayo, en la histórica plaza, luego dejó esa tarea para su esposo y su hijo músico, porque no podía exponer así a su nieta. La lucha por encontrar a ese ser nacido durante el cautiverio de su hija, ese segundo nieto o nieta, fue motivo y fuerza de vida para la Abuela Antonia.

 

Princesa

Víctor Heredia escribió el poema “Princesa” para despedir a su madre

Estos últimos días recordé, recordamos.

Y siempre estaba allí tu mano, aferrando la mía.

Hasta ayer que la vida decidió que era tiempo

de soltarnos, princesa.

Que este niño asustado en medio de la calle,

huérfano de tu leche, de humildes cascarillas,

de radio y pan casero reclame tu sonrisa.

Ahora sí que están lejos todas mis lejanías,

ahora sí que se hizo de noche en pleno día.

Ahora sí que el pasado es una piedra enorme

que inunda mis pulmones y respira su infame

canción de muerto en vida.

Calesitas de lata, aviones de madera,

soldaditos de plomo, cochecitos a cuerda

que se ponen en marcha detrás de un barrilete

que esparce tu ceniza sobre un cielo

que dice que nunca te pudimos

devolver a Cristina.

Pero algo nace ahora, de pronto, madrecita,

porque antes si añoraba, si te necesitaba

te sabía en tu sitio, tu jardín, nuestra casa,

el cielo, donde siempre tejías esperanzas.

Hoy sentí que tus alas cobijarán mi mundo,

que decidiste hacerte picaflor, mariposa,

esa brisa que mece, asintiendo, al aromo,

los álamos, los árboles que amabas,

que con sus manos verdes nos regaló Marisa.

 

Que vas a protegernos a todos, princesita.

Ojalá me lo crea porque nunca, te juro,

me había sentido así, tan inerme, tan solo.

 

Foto: Antonia Heredia

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